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Dos minutos, cuarenta segundos y una trompeta

 

Kandace Springs. / © Elvira Megías

‘You’ve Changed’, un tema que Billie Holiday era capaz de convertir en un pañuelo de seda para anudar al cuello de cualquiera que escuchase, sonó en el Auditorio Nacional de Música y la realidad saltaba hecha añicos. Todo parecía retroceder en el tiempo. Kandace Springs, con su piano y una voz preciosa, homenajeaba a Holiday y convertía la tarde en un tiempo para el recuerdo de los que amamos el jazz.
Billie Holiday fue una cantante que, desde sus primeras apariciones en público, se convirtió en un referente para cientos de mujeres que deseaban ser cantantes. El inigualable timbre de voz de Holiday, ese desmayo vocal que dejaba el tiempo en una pausa eterna o un fraseo conmovedor y siempre sorprendente, sobrevivieron a la vida desordenada, difícil, gris y violenta de esta mujer. No es de extrañar que ante semejante herencia, la Kandace Springs no se lance a encajar un tesoro en su propio registro.
La voz de la señora Springs es sugerente, el timbre se queda reposando en el oido con una delicadeza poco común, y la técnica vocal que despliega la cantante es robusta, bien construida sobre un conocimiento exhaustivo del pasado. Kandace Springs es la evolución de Holiday aunque, también, de Niña Simone, de Roberta Flack, Etta Jones o de Ella Jane Fitzgerald. Y condensa la evolución jazzística de todo el siglo XX sumando al jazz una buena dosis de soul, una ración de rhythm and blues y una pizca de quite storm. Es una artista de enorme categoría que muestra y demuestra una formación clásica exquisita y una capacidad para la improvisación con el instrumento que sumada al scat le convierten en un referente actual. Si Billie Holiday es la gran dama de todos los tiempos dentro del mundo del jazz, a este paso, Springs se convertirá en algo parecido en este siglo XXI.
Acompañaban a la cantante y pianista, Caylen Bryant (una simpatiquísima contrabajista panameña que domina su instrumento y que se sumaba con la voz al trabajo de la líder de este trío) y Camillero Gainer (baterista poderosa que hace las veces de cheque en blanco para que la base rítmica se construya desde la seguridad absoluta). El conjunto resulta, además de ejemplar en el plano musical, simpático y muy evocador. La fuerza femenina es imparable cuando los sumandos están tan bien plantados. En el Auditorio Nacional de Música el aroma femenino llenaba cada rincón. Y es que el Centro Nacional de Difusión Musical nunca olvida en su programación que lo femenino de la música es grande, muy grande.
Kandace Springs homenajeaba a Holiday aunque no se dedicó a cantar canciones que hicieron inmortal a la cantante. Al contrario, hizo suyas todas las piezas. En la única que sí se pudo en ‘modo Holiday’ fue con ‘You’ve Changed’ y se aproximó al interpretar ‘Strange Fruit’; el resto nada que ver salvo en el espíritu de los temas y el recuerdo. Me gustó, también, una versión atractiva y muy divertida de ‘Killing Me Softly with His Song’ de Roberta Flack. En un par de temas, Springs interpeló al público para que le acompañase y el concierto acabo con una estruendosa ovación. Merecida de verdad.
El ciclo ‘Jazz en el Auditorio’ toma velocidad de crucero y el resto de la programación promete buenos conciertos. Como cada año.
G. Ramírez
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BIENVENIDOS

¡Ya estamos aquí! Y sólo necesitamos de dos minutos y cuarenta segundos de tu tiempo; lo suficiente para llamar tu atención y conseguir que te quedes por aquí un rato más. Jazz, ópera, danza, teatro y televisión serán los temas sobre los que todos diremos aquello que nos parezca pertinente. Lo impertinente nos lo podemos ahorrar. ¡Qué ganas tenía de tenerte tan cerca!

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