facebook twitter instagram youtube
  • INICIO
  • SECCIONES
    • Cine
    • Danza
    • Música
    • Series
    • Televisión
    • Teatro
    • Pintura
  • ESCRITORES
    • Roberto Cruz
    • Nirek Sabal
    • Gabriel Ramírez
  • PÁGINAS AMIGAS
    • Dos minutos, cuarenta segundos y una novela
    • Dos minutos, cuarenta segundos y una claqueta
    • La Vida del Revés
  • CONTACTAR

Dos minutos, cuarenta segundos y una trompeta

 


‘Doctor en Alaska’ (‘Northern Exposure’, 1990-1995) es la mejor serie de televisión de todos los tiempos. Ya sé que las hay verdaderamente buenas, pero nada se puede comparar al universo que nos dejaban visitar cada semana hace ya 30 años.

Cada capítulo era una joya en sí mismo. En cada uno de ellos se trataban, sin complejos ni prejuicios, asuntos que iban del libre albedrío al amor más puro, pasando por la magia o la capacidad de superación del ser humano. No dejaban nada pendiente para el siguiente salvo las diversas historias de amor que se iban produciendo. Nunca antes se había contado tanto y tan bien el amor.

Joel Fleischman (interpretado por Rob Morrow) es un doctor que acaba en Cicely, un pueblo lejano y desconocido (Roslyn, Washington en realidad). Tendrá que estar cinco años trabajando como médico para pagar su beca. Y allí conocerá un nuevo mundo. Él es doctor en medicina, urbanita, arisco y judío. En Cicely le espera un grupo formado por todo tipo de habitantes extraños, divertidos, chispeantes y entrañables.

Maggie O'Connell (interpretada por Janine Turner) es feminista, decidida, gafe con los novios y está llamada a protagonizar la historia de amor más divertida, profunda y dolorosa al mismo tiempo, de la historia del cine. El beso de despedida de Joel a Maggie resulta inolvidable para los seguidores de la serie. Y la postal de Joel diciendo ‘New York is a state of mind’ resume muy bien lo que ha sucedido.

Chris Stevens (interpretado por John Corbett) es el filósofo de la serie. Ex presidiario, artista autodidacta y locutor de radio, deja ideas para rumiar en todos los capítulos de la serie. En todos.


Ed Chigliak (interpretado por Darren E. Burrows) es la magia de la serie, la bondad, la idea de un mundo mejor. Es un personaje maravilloso que aporta todo lo bueno que uno puede imaginar.

Maurice Minnifield (interpretado por Barry Corbin) representa la ambición, la prepotencia y el poder del dinero. Ex astronauta y dueño de grandes propiedades. Pero los guionistas se apiadaron de él, en muchas ocasiones, para enseñarnos lo que había detrás de un enorme muro protector. La soledad de Maurice es desoladora.

Holling Vincoeur (interpretado por John Cullum) es el tabernero. Un hombre que ha dormido a la intemperie cientos de veces, cazador de fieras, rastreador incontestable. Y enamorado hasta la médula de Shelly Tambo (interpretada por Cynthia Geary) una mujer mucho más joven que él. Es guapa y tontorrona aunque sirve para compensar lo que es su pareja. Otra maravillosa historia de amor.

Marilyn Whirlwind (interpretada por Elaine Miles) es el personaje más divertido, extraño y atractivo de la serie. Habla con monosílabos (casi siempre) y saca de quicio al doctor Fleischman una vez sí y otra también. Encarna la importancia de los nativos de Alaska, la zona más mágica de la realidad y, en varios capítulos, nos acerca algunos cuentos populares y tradiciones de su pueblo.

Ruth Anne Miller (interpretada por Peg Phillips) es la tendera. Muy agradable aunque con carácter si es necesario. Protagoniza la historia de amor más tierna de la serie.

Resultan inolvidables algunas escenas por su sentido, por su intensidad o por su carga emotiva. El capítulo que acaba con Joel recitando el Kadish en honor a su tío junto a los habitantes de Cicely (cada uno acompañando al médico desde su condición religiosa es una de las escenas más bonitas que recuerda el que escribe que tengan a Dios como protagonista) causa verdadera emoción. La despedida que hace Holling al oso contra el que ha tenido que pelear durante años (Jessie) es una maravilla; la obra de arte que en el capítulo de la cuarta temporada titulado «Luces del norte» nos enseña Chris es de una belleza aplastante; la cena que Joel y Maggie tienen en un poblado perdido el día del cumpleaños de él es la apoteosis del amor verdadero (qué final de capítulo utilizando el tema ‘Caminando por la calle’ de los Gipsy Kings) o el baile de Marilyn a ritmo de Chank a Chank (‘Good day two step’), son golpes a la consciencia que no se pueden olvidar fácilmente.

Le echo un vistazo cada dos años. Es decir, veo todos los capítulos cada dos años. Y siempre, siempre, acabo pensando que el mundo debería ser como ese en el que el inglés es desastroso, en el que los sueños son la vida misma, en el que por encima de cualquier otra cosa está el amor, la amistad y la lealtad entre personas.

Anunciaron una secuela de la serie. Si es cierto lo que se dijo, llega la artillería pesada, aunque no parece que la cosa tenga recorrido. Peg Phillips y Barry Corbin no estarían en el elenco puesto que han muerto. El resto del reparto sí. Los productores y guionistas serían los que estuvieron y llegan con refuerzos de altísima calidad. Personalmente espero con dudas. No se me ocurre cómo alguien puede hacer algo mejor, ni siquiera parecido. Pero la vida da sorpresas y estamos hablando de Cicely y de sus habitantes.

G. Ramírez


No hace mucho tiempo descubrí los artículos de Gabriel y, aunque en algunas cosas discrepamos, siempre me ha parecido interesante su opinión porque transmite conocimientos que enriquecen los míos. Así que leer sus trabajos me parecen igualmente interesantes. Cuando pidió que desde nuestra libertad dijéramos cual es nuestra canción preferida, al principio me preocupé, pues me temo que en los gustos musicales es una de las cosas en la que discrepamos (esto solo es una suposición, porque hemos hablado de muchas cosas pero no me parece recordar que habláramos de música; de rugby, mucho). Pero luego me dije que, a pesar de eso, me iba a mojar, a ver si así yo también podía aportar mi granito de arena al crecimiento de su sabiduría. Y es que lo que más me gusta de la música es el ROCK con mayúsculas. Y doy gracias a que pidió que le dijera cual es mi favorita. Porque si me pidiera cual es mi segunda preferida, lo tendría fastidiado, ya que podría ser ‘Highway to the Hell’ de los AC/DC, ‘Show must go on’ de Queen o ‘Yesterday’ de los Beatles o cualquier otra de cualquiera de los grandes grupos y cantantes que ha dado el Rock. Pero cuando pidió mi favorita, lo tenía claro. Es una de mi autor preferido, ‘el Boss’, Bruce Springsteen y esa canción es ‘The River’. Y no es solo mi favorita por el trasfondo social que tiene la canción del cantante de New Jersey, la cual dedicó a su hermana y cuñado recientemente casados -él se había quedado al poco tiempo en el paro- y la voz rasgada del Jefe cantaba al dolor de transitar por el camino del desempleo en los EEUU de los años 70-80. Es mi favorita, sobre todo, por lo que ocurrió en Madrid el 17 de junio de 2012, en el concierto que Bruce Springsteen & The E Street Band daban en el Santiago Bernabeu. Aproximadamente a la media noche, se paró el concierto y dedicó unas palabras a Nacho y su familia. Nacho era un joven fan de Bruce que iba a ir al concierto pero que lamentablemente fallecía unos días antes a causa de una larga enfermedad. En ese momento, las redes sociales (que a veces parece que sirven para cosas buenas) se movieron para pedirle a Bruce Springsteen que le dedicara una canción y él, siempre sensible a estas cuestiones, le dedicó, para mi gusto, la canción de canciones: ‘The River’. Aún hoy se me pone la piel de gallina al recordar el momento. Y es que la música tiene que estar para eso. Para enaltecer el alma.

Como curiosidad final, también se dedicó una canción a Clarence Clemons ‘The Big Man’, saxofonista de la banda, que hacía justo un año que había fallecido.

Jorge Simón

 


Es una pena que los tópicos se instalen en la realidad y nos arañen parte de ella. Por ejemplo, si se convierte en un tópico la idea de que la ópera es cosa de una clase social determinada, cosa de gente mayor y cursi, o cosa de expertos; esa música y esos libretos se van quedando solos en una extraña lejanía en la que lo exquisito está reservado para unos pocos. Ya les digo yo que la ópera no es para ricos, ni para ancianos en exclusiva. La ópera la puede disfrutar cualquiera.

Elegir entre cientos de arias las cinco mejores es tan doloroso para el que escribe como injusto con la propia ópera. Pero creo que sí puede servir para los que quieran acercarse puesto que tal vez encuentren una puerta abierta desde siempre que ellos consideraban que estaba cerrada a cal y canto.

Estas son las cinco arias que más pueden gustar a los que se quieren asomar al maravilloso mundo de la ópera.

‘La donna è mobile’ – ‘Rigoletto’ de Verdi

Giuseppe Verdi compuso esta aria casi por casualidad. Un tenor sintió la necesidad de poderse lucir en el último acto de ‘Rigoletto’ y Verdi claudicó. Lo cierto es que logró escribir una de las arias más escuchadas y reconocibles de la historia de la ópera. Por cierto, se habla de la mujer en tono despectivo y esto no pasaría los filtros actuales ni a la de tres.


‘Nessun Dorma’ – ‘Turandot’ de Puccini

Esta ópera inacabada de Puccini habla de una princesa perversa, de la mismísima maldad. Pero eso no evitó que el compositor compusiera una de las arias más hermosas jamás creada. Es una preciosidad en todos los sentidos.


'O mio babbino caro' - 'Gianni Schicchi' de Puccini

Otra de Puccini, pensarán algunos. Y es que este genio de la música marcó un antes y un después en la historia de la ópera. Alguna vez he escuchado que después de Puccini ya nunca más se ha hecho ópera. Esa es una afirmación del todo equivocada, pero sí es verdad que Puccini logró dejar el camino despejado para que la modernidad lo invadiese todo. Cierren los ojos y disfruten de esta colosal aria.


‘Der Hölle Rache’ – ‘Die Zauberflöte’ de Mozart

Mozart fue un genio de la música y eso es indiscutible. Y solo un genio puede pensar en crear algo como esta aria. El nivel técnico de las soprano de coloratura que interpretan esta pieza ha de ser portentoso. Y el que escucha tan solo puede dejarse llevar y disfrutar.


‘Casta Diva’ – ‘Norma’ de Bellini

Norma dirige una plegaria a la Luna. ‘Norma’ es el exponente del bel canto y unade lasóperas más difíciles de interpretar de todo el repertorio lírico conocida. La caballeta final es una maravilla.


No soy de las personas que creen que hay que animar a otros para que hagan, esto o aquello, diciendo, venga, ve a la ópera y a los museos que te van a encantar; hay que ir a la ópera y leer mucho para ser culto. Eso no funciona nunca. Lo que sí va mejor es proporcionar un punto de anclaje a los que quieren intentarlo. Muchas veces el temor a no entender nada hace que los candidatos a aficionado se rajen por el camino. Por eso, si quieren iniciarse (en esto o en cualquier tipo de arte) busquen algo concreto en lo que centrar la atención, investiguen sobre algún aspecto técnico básico para intentar descubrirlo durante la representación, vayan al teatro conociendo el libreto para seguir la trama con facilidad... No vayan a ver qué pasa porque ya les digo yo lo que va a pasar: será difícil que disfruten salvo que tengan suerte y la obra sea muy, muy accesible. Pero del otro modo, descubrirán algo inmenso, algo de una potencia arrolladora, algo que les hará sentir emociones que nunca antes han sentido.

G. Ramírez


En la 'Breve Historia del Jazz' que se está publicando en Dos minutos, cuarenta segundos y una trompeta se profundizará en la vida y obra de los músicos más importantes del jazz. Pero son muchos más los que hicieron de esta música un icono de la libertad personal y colectiva del ser humano. No podemos olvidarnos de ellos. En esta página tendrán su espacio, por supuesto.

Bessie Smith

Fue la mejor representante del blues clásico. Desde muy joven trabajó en el grupo itinerante de Ma Rainey. Pero pronto superó a su mentora con melodías desconocidas, cantando desde los sótanos de su humanidad y afinando como nadie lo podía hacer. Consolidó la fusión entre música popular y blues. Saltó a la fama con Down Hearted Blues, un disco que vendió más de medio millón de copias. Cantante de voz poderosa, acompañó al blues hasta los grandes escenarios. Sus excesos y una vida desordenada eran reflejo de lo que contaba en sus canciones. Murió en accidente de tráfico en 1937. Tenía 43 años.

Earl Hines

Earl Kenneth Hines llegó a Chicago desde Pensilvania. Con una excelente formación musical, integraba ragtime, blues y stride. Pequeñas carencias armónicas y un sonido algo rudo no ensombrecen un dominio rítmico inigualable y un fraseo exquisito. Hacía desaparecer el swing con la misma facilidad con la que hacía que regresara para amarrarlo al ritmo que persistía. Era un pianista sin miedo alguno. Coincidió en Chicago con Louis Armstrong uniendo su música en el grupo de Dickerson. Earl Hines no suavizó nunca su estilo y es posible que fuera parte del génesis del bop.

G. Ramírez


Louis Armstrong nació el 4 de agosto de 1901. Aunque él siempre defendió que había nacido el 4 de julio de 1900 (una fecha muy estupenda en Norteamérica). William y Mary Albert (el músico se refería a ella como Mayann) no cuidaron del pequeño Louis. El padre terminó formando otra familia y Mayann era prostituta en Storyville, por lo que Armstrong se encontró conviviendo con varios padrastros durante su niñez.

A los siete años comenzó a trabajar vendiendo carbón a las meretrices de Storyville. Cargaba durante todo el día con una carretilla que convertía ese trabajo en un suplicio. Un buen día, vio en un escaparate una vieja trompeta que se vendía por cinco dólares. Pidió un adelanto a su jefe y la compró. En ese momento, llegaba la oportunidad a un genio de la música que cambiaría todo lo conocido del jazz. Armstrong vivió todo lo que pasaba en Nueva Orleans (prostitución, segregación, racismo absoluto, violencia, ragtime, bandas de metal), lo asimiló y viajó hasta el centro de algo que estaba allí desde algún tiempo atrás presente sin que nadie lo hubiera sabido ver. Llegó al mismo centro de la realidad y convirtió un embrión musical en puro arte.

Contaba Armstrong que el cornetista King Oliver le fascinaba, que era el único que se paraba para explicarle por qué algo no funcionaba cuando tocaba su trompeta. Oliver fue uno de esos afroamericanos que formó parte de la gran diáspora de Nueva Orleans. Se fue a Chicago y Armstrong dijo que no se movería de su ciudad salvo que Oliver le llamara. Resultó que, pasado un tiempo, recibió ese telegrama de Oliver en el que le pedía que viajara a Chicago para tocar con él. Y Louis Armstrong, a partir de entonces, comenzó a convertirse en el gran eclipse que dejaría ocultos a los músicos de ese momento y, al mismo tiempo, en la gran luz que alumbraría el nuevo jazz para que se convirtiera en un arte universal.

King Oliver

Antes de Armstrong, el grupo era lo fundamental y, por tanto, cada instrumento desempeñaba un papel muy característico y algo rígido. El contrapunto que entablaban los instrumentos principales (corneta, clarinete y trombón) era lo más característico de estas bandas. Y la mejor de ellas fue la Creole Band de King Oliver. Las melodías, de esta y de todas las demás, eran algo arcaicas y la gran revolución que se planteaba era el refinamiento del sonido del instrumento. Oliver llegó a decir que estuvo trabajando en ello durante diez años.

Armstrong viajó a Chicago. Mal vestido, con pinta de enterrador, pero con la nueva música en su vieja maleta. Otra paradoja es que se preparó como gran solista en un grupo que no permitía ninguna alharaca en ese sentido. La dependencia de los instrumentos entre sí era muy potente. Sin embargo, su fuerza era imparable y señaló con claridad el camino hacia la hegemonía del solista. Es curioso que la banda de Oliver fuera el mejor exponente de un tipo de música y, al mismo tiempo, fuera la misma imagen de su decadencia.

Joe King Oliver dejó de tocar. Incapaz de hacerlo y arruinado. Por su parte, Louis Armstrong fue adquiriendo gran fama. Eso sí, conviene detenerse con calma en la evolución de su música para entender lo que fue y el porqué del gran cambio que provocó.

Armstrong comenzó a trabajar con Fletcher Henderson. Era su primer buen trabajo. Henderson intentó robar todo el protagonismo al trompetista, pero era inevitable que haciendo música el resto de compañeros fueran dando importancia a Armstrong y modificando su forma de tocar. Por ejemplo, el músico era capaz de incluir en un solo ocho compases en los que repetía una nota con diferente duración, intensidad y colocación. Esto iba calando en los otros porque Armstrong era único en convertir los solos en algo coherente, en algo melódicamente perfecto.

Fletcher Henderson

Tras su paso por la banda de Fletcher Henderson, Armstrong tuvo que vérselas con otro músico extraordinario. Ambos tocaron juntos en la Clarence William’s Blue Five. Él era Sidney Bechet. Era el único que parecía estar a un mismo nivel que el trompetista. Tradicionalmente, los clarinetistas de Nueva Orleans habían intentado una mayor libertad y arriesgaban mucho más que el resto de músicos. De hecho, las zonas más complejas de las piezas quedaban a su cargo. Bechet trabajó duro para poder competir con Armstrong y fue el precursor del clarinete como voz solista en el jazz. Sus melodías y las coloraturas que alcanzaba fueron únicas. Su búsqueda, al igual que ya ocurriera en el caso de King Oliver, de un modo de interpretar buscando la cualidad vocal, fue muy notable. En cualquier caso, Bechet no tenía problemas para sumergirse en el grupo y adaptarse. Era mucho menos atrevido que Armstrong.

En una grabación de la época, titulada Texas Moaner Blues, podemos comprobar cómo la superioridad de Louis Armstrong era importante, pero que Bechet no se arruga y logra un solo imponente. Eso significa que era capaz aunque se reservara a menudo.

Sidney Bechet terminó viviendo en Europa. Ganando más dinero, siendo más famoso y más importante que lo fue en Estados Unidos. Como muchos músicos de jazz a lo largo de la historia. (Fin de la primera parte)

Si quieres saber sobre un excelente relato de Julio Cortázar que tiene que ver con el jazz, este es el enlace que buscas.

G. Ramírez

 


A menudo, ahora, me hago preguntas que nunca antes me había planteado. Quizás es la edad, pienso.

Algunas de esas preguntas pasan de forma vertical por mis pensamientos interpelando sobre muchas de las facetas sociales en las que estamos inmersos como personas. Hoy, de forma premeditada, reparo en los decks de los DJ que vemos en festivales, sesiones y salas en las que se pincha música electrónica, en donde me encuentro con uno de esos 'enigmas sociales' a los que me refiero; que, de repente, me formulo.

Formando parte, hace poco tiempo, de una conversación en la que todos los intervinientes disponían de una apreciable cultura musical y de un importante conocimiento sobre este género -del cual me declarado totalmente enamorado- tuve la sensación, por momentos, de perdernos en etiquetar con denominaciones todo lo etiquetable y más, como con frecuencia nos sucede en la vida misma. Intentamos enfatizar en las diferencias para marcar distancias, restringiéndonos en nuestra forma de vestir y pensar, impidiéndonos a nosotros mismos expresarnos y dejarnos sentir de forma libre. Así que comenzamos la conversación hablando de House y de alguna variante a modo de subgénero, pero según transcurrían las intervenciones fueron apareciendo 'palabros' como Deep House, al que le siguieron Afro House o Bass House, a lo que prosiguieron conceptos como House dance, Melodic House, Tech House o Progressive House; y el número de términos se fue 'desmadradando'; cada diferencia en su modo de producción la identificamos con un nombre terminado o comenzado por House. La velocidad de los temas (sus bpms), el grosor de sus bombos, o de sus bajos, eran los filtros para ello. Aunque no siempre concluíamos estando de acuerdo con todos, como en la vida misma. Son muy importantes los matices, las perspectivas, los contextos de las cosas,  aunque lo realmente a tener en cuenta es lo que espera al fondo del pasillo de nuestro pensamiento que, dependiendo de lo que se nos venga, podrán ser personas o música House. Ya os advertí que lo de hacerse preguntas tiene su aquel.   

Creo que en nuestro camino, como en la música electrónica, lo más saludable es no pensar si es más o menos mainstream lo que escuchamos o hacemos. La manera de diferenciarnos es trabajar por hacer las cosas en las que verdaderamente creemos e intentar disfrutar de lo que nos hace sentir bien dejando a un lado los matices, sin necesidad de etiquetar ninguna diferencia.

No digo más que quizás tengo una edad y me puedo seguir cuestionando más cosas.

¡Bendecidos quedáis!

Rober Cruz

 


Hay que tener mucho cuidado con las adaptaciones que se hacen de las novelas para que se conviertan en una película o en una obra de teatro; si no se hacen bien las cosas podemos encontrarnos con textos que contienen un simple resumen del original, un texto sin profundidad, con personajes sin evolución que van apareciendo como a trompicones, con textos literarios en exceso en el que la dramaturgia (en el caso del teatro) se diluye entre frases que funcionan muy bien en una novela y espantan fuera de ella. Y hay que tener mucho cuidado con las adaptaciones de grandes novelas que han sido analizadas y leídas por miles de personas, pero que no han leído muchas más personas. Y hay que ser prudente al tomar decisiones porque la tendencia a dar por hecho que el lector ya sabe cosas y no hace falta que estén en el libreto o en el guion, es muy habitual. Esto lo que provoca es que la trama se derrumbe por la falta de cimientos que dan las descripciones o los propios personajes.

En definitiva, no basta con utilizar el narrador de la novela para que introduzca algunas cosas y frases casi exactas del texto original (eliminar arcaísmos y solo eso no es solución).

Fotografía: Pedro Gato

Supongamos que nos encontramos con un libreto literario en exceso, unos personajes sin alma porque se han quedado a medio dibujar, una trama comprimida hasta extremos insoportables, un escenario demasiado espartano, un vestuario bastante justito y una iluminación bien diseñada y mal ejecutada. Con esos mimbres no puede funcionar bien la obra teatral que nos presentan por muy buena que sea la novela original. Y eso es precisamente lo que ocurre con la adaptación de ‘La Regenta’ que se ha estado representando en el Teatro Fernán Gómez-Centro Cultural de la Villa.

No es que se use la voz narrativa que usó Leopoldo Alas Clarín, no es que se quiera conservar el estilo indirecto del original (esto y alguna cosa más es lo que dice la directora en el programa de mano) es que se abusa y se utiliza de forma errónea. El teatro se caracteriza por tener sus propios códigos (muy distintos a la narrativa), por escribirse sabiendo que las voces de los personajes las tomarán prestadas actores y actrices y muchas cosas más que no se pueden obviar y que aquí no se pueden desarrollar por una evidente falta de espacio. En definitiva, el lenguaje de la novela no casa bien con la dramaturgia.

Fotografía: Pedro Gato

Por otra parte, la adaptación que presentan en esta producción es tan reduccionista que deja vacíos a los personajes. Tenemos una Ana Ozores (Ana Ruiz defiende el papel como buenamente puede) boba por completo (en la novela de Leopoldo Alas no lo es) o a un Álvaro Mesía (encarnado por Jacobo Dicenta que no logra ser un seductor ni nada que se le parezca). Solo Alex Gadea (Don Fermín) y Pepa Pedroche (Doña Paula) son capaces de hacernos creer algo de lo que nos cuentan.

Tal vez adaptar ‘La Regenta’ es una labor excesiva; quizás en tres o cuatro horas más de función siga sin poder conseguirse. ¿Se puede convertir la ciudad en la que se desarrolla la trama en un personaje más? En narrativa sí; en una obra de teatro de dos horas de duración y con una complejidad tan excesiva, lo dudo mucho. Atreverse con este reto tiene su mérito y eso es innegable aunque saber que las posibilidades son escasas invitan a dar un paso atrás y dejar las cosas como estaban.

G. Ramírez

 

Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa (Sala Guirau)

Autor: Leopoldo Alas Clarín

Adaptación: Eduardo Galán

Dirección: Helena Pimenta

Reparto: Ana Ruiz - Ana Ozores, Alex Gadea - Don Fermín, Joaquín Notario - Victor Quintanar, Jacobo Dicenta - Álvaro Mesía, Pepa Pedroche - Doña Paula, Francesc Galcerán - Frigilis / Cayetano, Lucía Serrano - Petra / Visi, Alejandro Arestegui - Vegallana



No recuerdo la primera vez que la escuché, porque no debí escucharla realmente. Quizás sonara de fondo en alguna fiesta o algún coche de esos en los que me subía con restos del maquillaje de la noche y una sonrisa grande por lo vivido y lo que quedaba por vivir, chapurreando algo de inglés, escondiendo los botellines de cerveza dentro del jersey, sacando los cigarrillos de los pliegues entre mis medias y mis botas negras.

 Pero sí recuerdo la primera vez que la escuché de verdad.

Sonó en los altavoces de mi piso, en el que vivía por aquel entonces, como parte de alguna lista aleatoria. Supe que la había oído antes. Y dejé el ordenador a un lado y la puse una vez, y otra, y otra. Ese día pude escucharla más de treinta veces. Había dejado a mi novio, el primero -y el único en ese momento-. Le había escrito una carta -que nunca mandé- sobre todo aquello que estaba mal, y lo bien que me hacía sentir, y mi egoísmo satisfecho con saber que todas las decisiones podían ser mías; y que él estaría ahí, a pesar de ellas. Creo que al principio nunca entendí de verdad por qué me gustaba tanto.

Pero desde ese día, algo de ella se quedó pegado a mí, como el olor rancio del tabaco, o una pegatina que está vieja pero aguanta el empuje. La escuchaba sola, fumando, escribiendo.

Me gustaba que plantease una duda, que fuese un Do I wanna know? y no un I want to know y punto. Porque, en el fondo, no quiere saberlo. No quiere saber si ella siente lo mismo, si piensa en él, si quiere quedarse, si piensa en llamarle, si le quiere de vuelta. Porque ya lo sabe. Y tiene la dejadez de quien no ama aunque necesita ser amado, de quien sabe que la puerta está abierta y sólo tiene que decidir entrar, o no. Y toda la canción es un enorme vuelvo a ti, porque sé que puedo, a pesar de ti. Y el placer está en esa duda, y en saberse su dueño.

Durante años, tuve alguna época que la pasaba con prisa si sonaba, aunque tampoco sabía bien por qué. Tenía algo oscuro y sentía que me llevaba a eso consigo. Quizás a mi primera relación, o a la persona que fui y que no quería volver a ser.

Hace unos años hice las paces con ella, hice las paces conmigo, con esa parte de mí. Y la vivo de otra forma, mientras fumo mis cigarros, a solas, escribiendo. Y me puedo preguntar do I wanna know, ahora sabiéndolo.

María Borrell



Hablaba el otro día con Alfons Martinell sobre cómo el turismo nos había arrebatado parte de la cultura, cómo hay lugares a los que hemos dejado de ir porque se los hemos vendido a quienes quieren vivir una experiencia inmersiva de lo que se supone es nuestro país. Pensé en la isla de Mallorca y en los lugares que ya no frecuento y los que nunca llegaré a conocer, pero sobre todo pensé en Madrid, en cómo el mapa de la ciudad ha ido alterándose en mi cabeza pintando de negro lugares que realmente llegan a atentar contra la salud no solo física si no mental, y supongo que todos entendemos que hablo de Gran Vía, de Plaza de España, Sevilla, la Plaza de Oriente o la Mayor (la que creo, nunca he tenido el valor de cruzar) entre otras.

La única de estas zonas negras que suelo frecuentar es en la que se encuentra el Museo del Prado; a esta le he puesto un velo, un telón que levanto cuando realmente quiero volver a conectar con el mundo que elegí. Al Museo del Prado, solamente voy a primera hora de la mañana y entre semana, para ver dos o tres obras (lujo que me puedo permitir por tres razones: una, que mi entrada es gratuita; dos, que he ido muchas veces con la universidad por lo que lo que no quiero ver ya lo que he conocido y estudiado; tres, que sé lo que quiero sacar de ese edificio de rotondas) y aun así, eligiendo las salas, las horas y los días menos concurridos, me encuentro un palo selfie (o dos) acompañado de una voz que grita ¡no!

Hay muchas cosas en el Prado que gritan ¡no!, pero de eso podemos hablar otro día, ya que hoy de lo quiero hablar es de mi cuadro favorito, el de la actriz María Guerrero como ‘La dama Boba’ de Sorolla. Después de leer esto, irán al museo, a la sala 64a en busca de mi personaje favorito del teatro español, y distraídos por las tropas de curiosos que van a unirse a ‘Los fusilamientos’ del 3 de Mayo de Goya, puede que no entiendan cómo este, dentro de la cantidad de opciones que presenta nuestra impresionante pinacoteca es mi cuadro favorito.

Es un cúmulo de cosas; cosas que empiezan, por supuesto, por mi adoración al pintor valenciano a quién soy capaz de leer en la luz de sus obras, luz que se filtra muy sutilmente por una ventana que se abre al fondo del cuadro tras un telón rojo, que nos lleva a ese precioso oasis andaluz verde, amarillo y azul que tiene el pintor en su casa. Luz que nace de un lugar que está muy lejos, en General Martínez Campos; luz que es un recuerdo de la pinocha y la arena que te quitas de los pies tras un día envuelto de sol. Cosas que siguen  por el marido de la actriz, que caracterizado como el maestro Rufino (también personaje de la obra de Lope de Vega) engancha con una mirada cómplice al pintor y le dice con la boca cerrada ‘yo es que la quiero brillando así, que le voy a hacer’.

Esta obra tiene la sonrisa de Sorolla, y la promesa de una amistad que queda colgada en el museo. Una parte de mí sabe que si es mi obra favorita es porque cuando la encontré (en mi militancia junto a los de ‘los fusilamientos’ de ir a maravillarme con la obra de ‘Saturno devorando a su hijo’ de Goya, obra que le cedió el nombre de favorita a la de Sorolla), necesitaba que alguien me dedicara una amistad que fuera igual de eterna que esa pequeña frase que encuentran en la parte izquierda, porque en ese momento la había perdido.



Aunque si tuviera que dar una sola razón, diría que es ella. Porque por ejemplo, con Antonia Zárate (ilustre actriz con la que comparte siglo) esto no me pasa, y mira que Goya la pintó perfecta y si le hubiera dedicado unas palabras en la esquina de un lienzo algo se me habría movido dentro, pero nunca hubiera llegado a lo que me pasa cuando veo a María Guerrero inclinada frente a los ojos de Sorolla, enseñándole un vestido que siempre había querido pintar, regalando con él la oportunidad de elevarse a la pintura de los artistas que ya hacía tiempo que empapelaban las paredes de Prado. Sorolla es capaz de pintar la complicidad y la alegría que María Guerrero derrochaba; creo que es por ello por lo que el vestido cae a modo de cascada blanca y rosa, donde las joyas de su mano hacen que sus delgados dedos se eleven para rozar con gran elegancia, que no parece pertenecer a quienes con su alegría llenan las salas, el regalo de este cuadro.

Podría decir mil cosas más, sobre el verde de las paredes, sobre la necesidad de saber qué cuadro sujeta el marco que le hace de aureola a Rufino, de lo mucho que me lleva a mi infancia no solo la luz, sino el vestido y la sonrisa de la actriz, pero creo que voy a quedarme con una invitación, nos vemos en la 64a del Prado, creo que allí es donde podemos reconectar con todo lo que hemos vendido.

Marichu Marti

 


Imaginen que su novia o su novio se la juegan y se acuestan con otro o con otra o con varios a la vez o lo que sea. Como es lógico a usted no le va a gustar un pelo esa situación y, tal vez, viendo que la cosa está perdida, no le importaría vengarse sobre la marcha acostándose con uno, con una o con varias personas. Lo que ya no es tan lógico es que alguien te la juegue con un tercero y ponga el grito en el cielo si lo haces tú. Y si la razón por la que se enfada es que él o ella han conectado mentalmente y tú lo que estás haciendo es guarrear, todo se vuelve un disparate.

Pues eso es lo que se está viviendo en La Isla de las Tentaciones. Una joven le pone los cuernos a su novio. El novio; desesperado al ver vídeos en los que la novia se revuelca sin pudor alguno; se echa en brazos de una señora estupenda. Y la novia monta en cólera. Le preguntan sobre cuál es la diferencia entre una cosa y otra y la respuesta es que la conexión de ella es preciosa y lo otro corresponde a una cosa sucia y fea.

Y así todo. Yo no sé ya.

Las reacciones a los vídeos que ven los concursantes suelen violentas, histriónicas, exageradas, estúpidas e incoherentes. La inteligencia brilla por su ausencia. Pero no se podía esperar otra cosa. Un cerebro de chorlito es lo que es y no se puede sacar de donde no hay. Hay que reconocer que los que seleccionan a los participantes son capaces de descubrir con solvencia el vacío mental y el pensamiento plano.

Es un síntoma de idiotez ir a un programa en el que el reto consiste en no poner los cuernos a tu pareja. El ansia que tienen todos estos mequetrefes por no trabajar y vivir del cuento es enfermizo. Y que este programa triunfe y acumule audiencias que convierten en líder su emisión dice mucho de la sociedad que estamos construyendo.

Dicho todo esto, e insistiendo en que el grupo de jóvenes que participa en el programa son una vergüenza, los jóvenes españoles no son eso que vemos en ‘La Isla de las Tentaciones’; los jóvenes españoles trabajan, estudian y se esfuerzan mucho. Muchísimo. Estos elementos son muestra de la zona enferma de la sociedad, de esa cara triste y fantoche de lo que podemos llegar a ser si no ponemos atención y dejamos que se convierta en esencial tocar el culo a una señora, beber copas hasta caerte de culo o decir bobadas sin parar.

A ver si acaba la edición y dejan de grabar esa bazofia.

Nirek Sabal


Desde que la música es música, se ha improvisado por parte de los intérpretes. Por poner un ejemplo, Bach lo hacía. Sobre una estructura armónica determinada iba construyendo su música a través de la improvisación. Pero hoy, ni a Bach, ni a cualquier otro músico europeo de esa época o del romanticismo o de cualquiera de las pasadas, podemos escucharlos. Aunque parezca que esto es una perogrullada es muy importante. Porque lo que hacen las orquestas es interpretar sus partituras y poco más. Tal vez estemos perdiéndonos lo mejor.

Pero la buena noticia es que para escuchar improvisaciones nos queda el jazz.

Los jazzmen también improvisan sobre estructuras armónicas que son más o menos cerradas aunque algunas sean tan abiertas que apenas se adivinen en el conjunto de una pieza. A diferencia de los intérpretes actuales de música clásica que parecen no atreverse con la improvisación -ni siquiera cuando una pieza está construida con ese fin entre otros- los músicos de jazz es lo que hacen una y otra vez. Tanto es así que un tema sin improvisación alguna no es reconocido por algunos como jazz. Así de sencillo; aunque pensar esto puede ser un gran error. Como dijo Humphrey Lyttlton ‘en el pleno sentido de componer ex tempore, es decir, sin ninguna preparación, la improvisación ha demostrado ser inesencial y prácticamente inexistente en la buena música de jazz’. Improvisar por improvisar es algo que puede resultar, al menos, de dudosa necesidad.

En la música jazz no se puede concebir que alguien quiera interpretar una partitura y que quiera hacerlo desde un lugar parecido al original. ¡Con eso se pierde casi todo por el camino! En el jazz, que representa la libertad más absoluta, todo depende del estado de ánimo del músico, de la lectura que hace de su propio universo. Un músico de jazz podría estar tocando ‘All of You’ y, al ver a una chica que le gusta yendo al lavabo, comenzar a contarlo con todo lujo de detalles. Frase a frase. Con la precisión y el sonido adecuado.

Crean cuando les digo que Bach adornaba una chacona como Keith Jarrett adorna cualquiera de sus piezas. Así siempre fue la música y así es el jazz. La gran diferencia es que las bases armónicas son, lógicamente, distintas. Para entendernos, añadiré que lo que para un músico en el barroco era, por ejemplo, el organum, para el de jazz es el blues. En el jazz todo es blues que se desarrolla de una forma u otra. Y, claro, las improvisaciones se sostienen sobre él. Por tanto, sin entender el papel del blues, lo que representa en el jazz, sin intuir que es algo así como el armazón de toda esta música; ni se puede tocar ni, casi, escuchar disfrutando al máximo.

Alguien podría estar pensando que, entonces, la improvisación está copiada a los músicos europeos más antiguos. Ya les digo yo que los primeros músicos de jazz que improvisaron al hacer música, no sabían nada de Bach ni de cualquier otro. Conviene recordar que los primeros músicos eran esclavos y que los que siguieron pertenecían a clases sociales muy desfavorecidas. Esto se traducía en una falta de preparación académica absoluta. Algunos no sabían ni leer ni escribir. Pues bien, lo que pasa es que esto de hacer música es igual en todas las partes del mundo y sea durante la época que sea. Improvisar es cosa de músicos del mismo modo que entendemos que hacer música es cosa de ellos. Hay que hacerse una pregunta para entender todo esto: ¿Desde cuándo a un músico le gusta hacer música que no sea la suya propia? En la contestación encontramos el sentido de la improvisación. La contestación es, obviamente, nunca.

La improvisación en el jazz nace en la base de un tema. Estos suelen estar construidos por ocho compases que se repiten, seguidos de otros ocho que forman el núcleo central dentro del que se presenta una idea distinta y se regresa al principio (esto son treinta y dos compases y hablamos de su forma lied). Si esta no es la base tendrá la del blues; esto es, doce compases; una estructura cíclica que puede alargarse sin límite alguno cuando hay cosas que contar.

Muy bien. Pero ¿qué hace el músico de jazz con todo esto? Pues dibujar nuevas líneas armónicas por encima de las que ofrece la base del tema.

En el caso de producirse modificaciones ornamentales y alteraciones mínimas estaremos ante una paráfrasis. Si, por el contrario, la improvisación consiste en añadir líneas completamente nuevas hablaremos de frase de coro. La paráfrasis es algo así como adornar la misma base; la frase de coro es lo que entendemos por improvisación hoy en día; es decir, una misma armonía (por ejemplo, de un estándar de jazz) se desarrolla con líneas melódicas distintas.

Ahora bien, algunos coros fueron tan sublimes que han quedado instalados como algo fijo e inamovible. No se me ocurre pensar en ‘My Favorite Things’ de John Coltrane con alguna variación respecto a lo que hizo el saxofonista. Esta es una característica de la improvisación que puede ser chocante. Pero ¿para que improvisar si se va a empeorar lo que ya está hecho? Otra forma de decirlo: la improvisación es, en los casos de excelencia musical, algo muy personal del músico. Cada coro se vincula a uno de ellos. Un solo de Parker escrito en una partitura e interpretado por otro, sería parecido a una repetición sin el alma necesaria; similar a un poema explicado y diseccionado por un experto sesudo que intentase desentrañar la mecánica de la escritura creyendo que es eso lo importante y no lo que, en realidad el poeta quiso transmitir; porque una cosa es la estructura y otra bien distinta ese sentimiento que solo puede llegar desde la emoción. Ya hemos apuntado que la improvisación en el jazz corresponde a un temperamento muy concreto, a un estado de ánimo irrepetible salvo que el músico sea el mismo y al que pertenece ese solo de alguna forma.

Se produce una paradoja. Miles Davis, por poner un caso, como improvisador es, al mismo tiempo, compositor e intérprete (piensen en ‘All of You’, por un momento). Todo se entrelaza de forma definitiva en ese tema. Ya dijimos en estas páginas que la técnica de Davis no era la mejor aunque, sin embargo, su música tenía en él al mejor intérprete posible. Otros músicos podrían tocar lo mismo que él aunque no sería ni parecido; al sonido le faltaría la autenticidad del temperamento exclusivo del trompetista.

Lo que sí es necesario dejar claro es que la improvisación no es algo que pueda definirse como yo toco y ya veremos cómo acaba la cosa... igual hay suerte y sale bien el experimento. Y no puede ser porque hay zonas que pueden ser improvisadas, otras que ya lo fueron y algunas en las que ese improvisador, compositor e intérprete, puede desarrollar su talento. Aquí toca referirse al arreglista aunque ya hablaremos en profundidad de esa figura. Es el que va a escribir música para que el intérprete logre atacar cualquier tema desde su propia personalidad. Aunque el problema se reduce si pensamos que el que escribe jazz es músico de jazz y, por tanto, improvisador.

Resumiendo, una improvisación puede re improvisarse sin que sea mejor una cosa u otra ya que se encuentran en el mismo plano. Eso sí, esa improvisación solo podrá interpretarla el músico que la realizó puesto que solo él es capaz de sentir del mismo modo.

La improvisación no significa no saber qué es exactamente lo que se hace y una ilimitada apertura a la imaginación. Podría ser que en alguna ocasión funcionase la fórmula. Pero lo normal es que no sea así.

Jazz es improvisar, jazz es sentir, jazz es narrar el mundo.

G. Ramírez

La cuarta temporada de ‘True Detective’ ya se puede ver completa. Es la más controvertida, criticada y, también, vista, de todas las estrenadas hasta el momento. ‘True Detective: Night Country’ no ha dejado indiferente a nadie, bien por estar protagonizada por mujeres, bien por la trama llena de referencias a lo fantástico, misterioso y casi demoniaco mezcladas con un realismo absoluto, bien por parecer que cubre la cuota woke de forma forzada y sin justificación alguna. Tampoco ha convencido a todo el mundo la dirección actoral de Issa López y la distancia que ha tomado esta última entrega respecto a la primera y extraordinaria temporada que protagonizaron Matthew McConaughey y Woody Harrelson. Sin embargo, esta entrega de ‘True Detective’ no es tan mala como algunos afirman; al contrario, tiene cosas estupendas como la puesta en escena, la defensa que hace Jodie Foster de su papel (maravillosa sin esconder arrugas, ni defectos de la piel y apabullando con una belleza natural aplastante), la banda sonora o una trama trufada, efectivamente, de elementos extraños, oníricos, fantásticos o temibles, que permiten al espectador hacer distintas lecturas del universo que presenta Issa López (también es la creadora de la criatura).

Esto último, no es nuevo en el mundo de la narrativa. Por ejemplo, a principios del siglo XX, W. W. Jacobs entregó un relato maravilloso, ‘La pata de mono’, que invitaba al lector a explorar el universo de una familia maltratada por el azar o, al mismo tiempo, otro mágico, misterioso y lleno de peligros desconocidos. El lector elige qué quiere leer, sin empujones, sin trampas, sin condicionar por parte de un narrador que se limita a narrar lo que ve. Y eso es lo que hace Issa López en ‘True Detective: Night Country’. En un entorno hostil, las vidas de los indígenas se envuelven en creencias ancestrales y la de los occidentales -llegados para esquilmar un terreno que fue mágico- en alcohol y sexo de tercera que no logra aliviar la carga que supone la soledad o la depresión o la ausencia. Termina el último capítulo y vemos a uno de los personajes en pantalla: ¿está muerto? Usted decide.


La puesta en escena es magnífica y el mundo que vemos corresponde al mismísimo infierno o casi. Todo oscuridad, todo frío, todo ventisca, todo muerte. La fotografía busca esos encuadres en los que el misterio quiere convertirse en un personaje más. El vestuario, sin ser una maravilla, cumple a la perfección. La peluquería y maquillaje son extraordinarios. Y los efectos especiales, también. Lo único que puede discutirse es la dirección actoral. Si bien Foster está estupenda, Kali Reis no cambia el gesto en toda la entrega. Si pelea, si se acuesta con el novio o si dispara a unos de los villanos, el rostro de la actriz es el mismo.

Respecto a la trama, es lineal y sólo se cuelan recuerdos de los personajes principales para profundizar en su forma de ver el mundo. No tiene giros inexplicables, ni sorpresas de última hora. Eso sí, se complica y la directora no tiene más remedio que explicar con detalle todo lo que ha pasado por si alguien se ha perdido por el camino.


No está nada mal esta entrega de la serie. Y no pasa nada si los personajes femeninos son absolutamente protagonistas (antes las mujeres eran tontas, se quedaban en casa y solían terminar siendo las malas de la peli), si las mujeres esquimales son protagonistas o sin son mujeres las que resuelven entuertos creados por los hombres. Creo que esto debe normalizarse de una vez y no ver en ello ese intento de llevar las cosas a extremos que, efectivamente, podría ser aburrido y fatigoso.

Conviene echar un vistazo a ‘True Detective: Night Country’ y sacar las propias conclusiones.

G. Ramírez


Concha Hernández

Que un festival de cultura cumpla 20 años es sin duda reseñable. Que lo haga una cita que, desde 2005, reivindica la cultura creada por mujeres, es una proeza. Es por ello que Ellas Crean celebrará el próximo marzo una edición muy especial, la número 20, y lo hará con la presencia de Carmen Linares, Raquel Andueza, Sol Picó, Chefa Alonso, Ana Rosetti, Pilar Adón o Irene Reig, entre muchas otras creadoras.

Convertida ya en una de las grandes citas culturales de la escena española, Ellas Crean, festival organizado por el Instituto de las Mujeres, adscrito al Ministerio de Igualdad, mantiene intactos los propósitos que un día le vieron nacer: dar visibilidad al trabajo de las artistas y creadoras en el mundo de la cultura, “un mundo”, en palabras de Concha Hernández, directora de Ellas Crean, “en el que era y sigue siendo necesario un impulso, porque las cifras, los datos, se vuelven tozudos y ponen de manifiesto una desigualdad persistente”.

Grandes creadoras para un aniversario

En esta edición la cita contará con una artista excepcional que ha acompañado al festival desde la primera edición y que constituye todo un símbolo para Ellas Crean: Carmen Linares, Premio Nacional de Música y Premio Princesa de Asturias de las Artes. Ella actuará en este 20 aniversario en las salas de un museo emblemático para el festival: el Museo Arqueológico Nacional (7 de marzo).

Otro de los espacios imprescindibles de Ellas Crean, el Museo del Prado (2 de marzo), acogerá la inauguración de esta edición con el concierto de Raquel Andueza & La Galanía, que presentarán un programa de música barroca concebido para la Sala de las Musas del museo y que tiene a las mujeres como protagonistas. La libre improvisación, con el grupo liderado por la prestigiosa Chefa Alonso (20 de marzo) y el jazz más actual, con una de nuestras jóvenes promesas, Irene Reig (3 de marzo), que presenta su último trabajo, completarán la programación musical de esta edición.

La poesía tendrá un protagonismo muy especial en Ellas Crean, de la mano de todo un referente en este género que, feliz casualidad, también celebra sus 20 años de vida: la editorial La Bella Varsovia, capitaneada con sabiduría y esmero por Elena Medel. Será una tarde de poesía que reunirá a escritoras de cinco generaciones diferentes, cinco maneras distintas de mirar el mundo y de contarlo: Pilar Adón, Amalia Bautista, Aurora H. Camero, Ana Rossetti y Almudena Vidorreta, en la Biblioteca Nacional de España (6 de marzo).

La danza, una de las grandes apuestas del festival desde hace años, volverá a reinventar las salas de los mejores centros museísticos de Madrid con su programa Danza en los museos. Sol Picó (Premio Nacional de Danza), Laia Santanach, Mari Paula, Nerea Martínez, Carmen Werner, Manuela Barrero y Carmen Muñoz serán las siete coreógrafas que intervendrán en lugares tan icónicos como Museo del Prado, Museo de Artes Decorativas, Museo del Romanticismo o Museo Arqueológico Nacional.

Encuentros con destacadas mujeres de las artes y de la arqueología en el Museo Arqueológico Nacional, tres exposiciones y una performance en el Museo Thyssen-Bornemisza, teatro en el Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa o cine en el Instituto Francés son solo algunas de las otras propuestas que completarán la programación de esta edición aniversario.

Carmen Linares

Ellas Crean: un poco de historia

Con un marcado carácter público, Ellas Crean nació en el seno del Instituto de las Mujeres, al calor de la celebración del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, y durante estos años ha tenido el apoyo principal del Ministerio de Cultura y de diversas instituciones públicas, ministerios y ayuntamientos. Además, se ha integrado en sólida red con el movimiento asociativo de mujeres en la cultura que se ha consolidado en nuestro país en los últimos años.

El primer festival con las mujeres como únicas protagonistas ha dado voz a más de un millar de artistas y actividades: grandes artistas internacionales (Joan Báez, Ute Lemper, Cecilia Bartoli, Jane Birkin, Marianne Faithfull, Juliette Grecó, Nathalie Stutzmann…) y españolas (María Pagés, Tamara Rojo, Luz Casal, Carmen Linares, Martirio, Bimba Bosé, Najwa Nimri, Silvia Pérez Cruz…), cineastas (Icíar Bollaín, Isabel Coixet, Paula Ortiz, Patricia Ferreira…), escritoras y poetas (Ana María Matute, María Dueñas, Ana Rosetti, Amalia Iglesias, Elena Medel…) y grandes nombres del teatro, la danza y las artes visuales (Eulalia Valldosera, Dora García, Marisa González, Cristina García Rodero, Sara Calero, Rocío Molina, Patricia Guerrero, Sol Picó, Carmen Werner…).

En su biografía, Ellas Crean ha vivido momentos históricos muy especiales, como el aniversario de la Conferencia de Pekín, el I Congreso de Mujeres Africanas y Españolas, la representación española en el Año Europeo del Diálogo Intercultural o la programación oficial de la Presidencia Española de la Unión Europea de 2010. En 2021 fue invitado a participar en la Expo de Dubái.

 

Programación Ellas Crean 2024

MÚSICA

. RAQUEL ANDUEZA & La Galanía. La bella più bella. 2 de marzo. 12 y 13:15 h. Museo Nacional del Prado, Sala de las Musas.

. IRENE REIG y The Bop Collective. Decisió i Coratge. 3 de marzo. 20 h (apertura de puertas 19:30 h). Sala Villanos.

. CARMEN LINARES. 7 de marzo. 19:00 h. Museo Arqueológico Nacional.

. CHEFA ALONSO, MARÍA PRADO, MARINA OURAL Y COVA VILLEGAS.  Molimo. Presentación musical del libro Improvisación libre. La composición en movimiento. 20 de marzo. 18 h. Museo Arqueológico Nacional, Salón de actos.

. Alumnas de la Universidad Alfonso X El Sabio. 15 de marzo, 19 h. LAURA MUÑOZ con LAIA MUÑOZ (violín y piano): 6 piezas para violín y piano de Pauline Viardot-García. MARÍA GONZÁLEZ con IRENE GUIJARRO (violín piano): 3 romances para piano y violín de Clara Schumann.

. IV Concurso Internacional de obras de Mujeres Compositoras. Conservatorio Superior de Música “Rafael Orozco” de Córdoba. (Diversas fechas y horarios durante el mes de marzo)

DANZA

Danza en los museos:
. LAIA SANTANACH. Tradere SP. Museo Arqueológico Nacional. 8 de marzo. 11 y 12:30 h.

. SOL PICÓ: Lastre. Museo Nacional del Prado, Sala de las musas. 9 de marzo. 12 y 13:30 h.

. CARMEN WERNER. 101 volando. 10 de marzo. 12 y 13 h. Museo de América. 

. CARMEN MUÑOZ. Invocation. 12 de marzo. 18 y 19:30 h. Museo del Romanticismo.
. MARI PAULA. Máquina. 17 de marzo. 12 y 13 h. Museo de América.

. MANUELA BARRERO. Con vos y conmigo sea… Libro II. 20 de marzo. 17 y 19 h. Museo de Artes Decorativas.

. NEREA MARTÍNEZ. Biraka. 23 de marzo. 12 y 13:30 h. Museo del Traje.

POESÍA

. Lenguas vivas: veinte años de La Bella Varsovia. Coordina: ELENA MEDEL. Con PILAR ADÓN, AMALIA BAUTISTA, AURORA H. CAMERO, ANA ROSSETTI y ALMUDENA VIDORRETA. Biblioteca Nacional de España. 6 de marzo. 18:30 h.

. Cicatrices de género: la épica amorosa. Lectura y conversación sobre 18 ciervas de Rosana Acquaroni. Participan: NORA LEVINTON y ROSANA ACQUARONI. Teatro del Barrio. Martes ciudadanos. 12 de marzo. 19 h.

ENCUENTROS

. Maria Skłodowska-Curie, una científica comprometida. Encuentro en la Residencia de Estudiantes con MARÍA VALLET-REGÍ, BELÉN YUSTE y ESPIDO FREIRE. Modera: LOURDES LUCÍA. 4 de marzo, 19 h. Programación conjunta Instituto Polaco de Cultura-Institut Français, “Una polaca en París”, en torno a la figura de Marie Sklodowska-Curie.

. Mujer y memoria. Diálogo entre la escritora YOLANDA VILLALUENGA y ZARA FERNÁNDEZ DE MOYA. Museo Antropológico. 5 de marzo.18:30 h.

. Mujeres arqueólogas (Jornadas sobre arqueología, museos y mujeres). 10 años construyendo miradas. El Museo Arqueológico Nacional por una arqueología también en femenino. 7 de marzo. De 10:30 a 18:30 h. Museo Arqueológico Nacional, Salón de actos.

. De lo subversivo a la locura. NORA LEVINTON, SEMÍRAMIS GONZÁLEZ y MARÍA LÓPEZ, Modera: PILAR V. FORONDA. 13 de marzo. 18 h. Museo Arqueológico Nacional, Salón de actos.

TEATRO

. Mi abuela no se llama Carmen. Dirección: ANA MAYO. Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa, Sala Jardiel Poncela. Del 1 al 17 de marzo. De martes a sábado a las 20:30 h. Domingos y festivos a las 19:30 h (festivos entre semana a las 20:30 h). Entrada: 18 € (martes y miércoles: 15 €: Amigos TFG: 13 €).

. Lectura dramatizada Pierre y Marie Curie, ellos mismos. 18 de marzo. 19 h. Con SONNIA L. RIVAS, MANUEL GALIANA y BELÉN YUSTE. Directora: Belén Yuste. Entrada: 15 €. Teatro Muñoz Seca. Programación conjunta Instituto Polaco de Cultura-Institut Français, “Una polaca en París”, en torno a la figura de Marie Sklodowska-Curie.

CINE

. Proyección de las películas Madame Curie / Radioactive (Marjane Satrapi, 2019), 11 de marzo, y Marie Curie (Marie Noëlle, 2016), 15 de marzo. Programación conjunta Instituto Polaco de Cultura-Institut Français, “Una polaca en París”, en torno a la figura de Marie Sklodowska-Curie.

. De lo subversivo a la locura. Proyección de la película Camille Claudel (1915, Bruno Dumont). Presentan la película: MARÍA PÉREZ, doctora en Historia del Arte y comisaria de la exposición Camille Claudel que se desarrolló en la Fundación Mapfre de Madrid y el Museo Rodin de París (2007-2008), y PILAR V. FORONDA, escultora y profesora de la UCM. 21 de marzo. 20 h. Instituto Francés. Entrada general: 5 € / IF Pass: 4 €.

. Presentación de la autobiografía de MARGARITA ALEXANDRE La otra cara de la luna + proyección La gata. 26 de marzo. 19 h. Cine Doré. Presentación del libro a cargo de Dácil Melgar, Alfredo Melgar y Lola Gavarrón La sesión se completará con la proyección de La gata (1956), dirigida por Margarita Alexandre y Rafael María Torrecilla.

. Ciclo Mujeres cineastas del siglo XXI: NEUS BALLÚS, JAIONE CAMBORDA y DIANA TOUCEDO. Cine Doré. Marzo y abril 2024. Programa en este enlace.

. 8M en el Cine Doré: proyección del documental Brainwashed: Sexo, Cámara, Poder (NINA MENKES, 2022) 17:30 h.

. Clásicos como nuevos: proyección de Persépolis (MARJANE SATRAPI y VINCENT PARONNAUD, 2007). 20 de marzo. 21 h.

PERFORMANCE

 . (Des) cosidas por LAS DOMINGUEZ DE RAMOS. Museo Thyssen-Bornemisza. 20 de marzo. 18 h.

Encuentro con LAS DOMINGUEZ DE RAMOS. Activación, participación y procesos de una performance. Participantes: VIVIANA RAMOS DI TOMMASO y MARÍA LAURA DOMÍNGUEZ (Las Domínguez de Ramos), SEMÍRAMIS GONZÁLEZ y ANDREA CHAO. 19 de marzo. 18:30 h. The Social Hub Madrid.

EXPOSICIONES

.  Love Me Fast. NOEMI IGLESIAS BARRIOS. Del 29 de enero al 28 de abril. Museo Thyssen-Bornemisza.

. El realismo íntimo de ISABEL QUINTANILLA. Del 27 de febrero al 2 de junio. Museo Thyssen-Bornemisza.

. En busca de la vida. STEPHANIE COMILANG. Del 5 de marzo al 26 de mayo.  Museo Thyssen-Bornemisza.

. MARIA SKŁODOWSKA-CURIE. Una polaca en París. Comisariada por Belén Yuste y Sonnia L. Rivas-Caballero. Instituto Francés. Desde el 21 de febrero , Exposicionesal 21 de marzo. Programación conjunta Instituto Polaco de Cultura-Institut Français, en torno a la figura de Marie Sklodowska-Curie. Inauguración: 21 de febrero, 19.30 h.

. Errantes y perseverantes. El siglo de MARGARITA ALEXANDRE, LOLA FLORES Y ANA MARISCAL. Sala de exposiciones Filmoteca Española (c/ Magdalena, 10). Hasta el 31 de marzo
Newer Posts
Older Posts

BIENVENIDOS

¡Ya estamos aquí! Y sólo necesitamos de dos minutos y cuarenta segundos de tu tiempo; lo suficiente para llamar tu atención y conseguir que te quedes por aquí un rato más. Jazz, ópera, danza, teatro y televisión serán los temas sobre los que todos diremos aquello que nos parezca pertinente. Lo impertinente nos lo podemos ahorrar. ¡Qué ganas tenía de tenerte tan cerca!

TRADUCTOR

SÍGUENOS

LO MÁS LEIDO

  • 5 Canciones para un día lleno de amor y bochorno
    El Día de los Enamorados es hortera, es prescindible, es bochornoso si los enamorados se empeñan en mostrar su amor en público y un negocio ...
  • Breve historia del jazz (I): Los esclavos negros y la nueva música
      Siempre se habla de Nueva Orleans si se quiere señalar cómo nació el jazz. Sin embargo, en cientos de ciudades y pueblos norteamericanos e...
  • 'La Isla de las Tentaciones 7' o ponerse ciego sin caerse de espaldas
      Hemos conocido programas de televisión lamentables, irrelevantes, vomitivos, vergonzantes y aburridos. Hemos conocido programas de televis...
  • GH Dúo: Ana María Aldón a la calle; Finito e Ivana a la casa
      ¿Quién se cree la pareja formada por el tipo que se hace llamar Finito y la joven Ivana? Claro, ni usted ni nadie. Y es que cuando un adef...
  • La canción preferida de... Roberto Cruz
      Era 1997 cuando empezó mi viaje particular a las estrellas de las que Jamiroquai habla en su canción ‘Cosmic Girl’. Sus primeros acordes s...
  • ‘El juego del calamar 2’: La sangre siempre gusta
    Superar la primera entrega de 'El juego del calamar' era casi imposible. El efecto que se produjo envuelto en sorpresa fue algo insó...
  • La canción preferida de... Marichu Marti
      La escucho. 'Sleep on the Floor' de The Lumineers, un lugar en el que siempre estoy. La escucho desde que tengo dieciséis años, d...
  • Jazz para los que no saben de jazz (I). El tono
      Cuando he preguntado alguna vez a alguien por qué le gustaba el jazz he recibido a cambio respuestas imposibles por su complejidad, otras ...

ARCHIVO

  • marzo (2)
  • febrero (4)
  • enero (5)
  • diciembre (3)
  • noviembre (12)
  • octubre (12)
  • septiembre (12)
  • agosto (1)
  • julio (4)
  • junio (3)
  • mayo (8)
  • abril (6)
  • marzo (25)
  • febrero (30)

CONTACTAR

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

VISITAS



Copyright © Dos minutos, cuarenta segundos y una trompeta | Adapted by BD | Política de Privacidad