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Fred Hersch y Sullivan Fortner durante el concierto programado por el CNDM en ciclo ‘Jazz en el Auditorio. / © Rafa Martín |
Arranca el ciclo ‘Jazz en el Auditorio’ del Centro Nacional de Difusión Musical. Y, con él, una enorme oferta en distintos foros de la capital. Formidable concierto de dos pianistas que supieron dialogar con sus instrumentos y construir todo un discurso que dibujó un universo único y exclusivo.
Del mismo modo que las palabras pesan o tienen un olor característico o son de un color u otro (sí, sí, piensen sobre ello) la música desprende un aroma extraordinario. Cada tipo de música, cada canción, cada partitura o cada corchea nos permiten oler su esencia. Y algunas de ellas son únicas.
Madrid huele a jazz. Llega octubre y con él los mejores conciertos de música popular. En diferentes formatos y en diferentes lugares. Uno de esos foros, en los que los aficionados encuentran cobijo, es el programa 'Jazz en el Auditorio', una exquisita programación a cargo del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) que se dibuja como el escaparate más fiable año tras año.
Arrancaba el programa con un concierto que resultó precioso y completo, un concierto en el que el diálogo entre ambos pianistas usando su instrumento fue toda una demostración de cómo deben entenderse dos músicos que suben juntos al escenario.
Fred Hersch (Cincinnati, 1955) es un pianista de raza, un pianista capaz de elaborar un lenguaje único y exigente con el que construye un discurso poderoso, claro y hondo. Es imposible escuchar la música que hace este músico sin recordar que ha bebido de Bill Evans (del que conoce su obra a la perfección siendo capaz de hacerla suya sin que pierda un ápice de la esencia). Y es imposible escuchar la música de Hersch sin recordar a Brad Mehldau aunque por razones distintas, puesto que Hersch influyó decisivamente en el progreso de Mehldau. El mayor hizo de maestro y, claramente, le indico parte del camino que el más joven tomó para convertirse en el mejor pianista de jazz en la actualidad.
Fred Hersch nos dejó muestra de su virtuosismo y de su oficio consolidado. Y, además, dejó claro que la delicadeza al interpretar es tan importante como lo puede ser un lenguaje innovador o una relectura atractiva (que también estuvieron presentes durante todo el concierto).
Frente a Hersch estaba Sullivan Fortner (Nueva Orleans, 1986). La música de este pianista traslada sin empujones, con cuidado y decisión, hasta las raíces del jazz en Nueva Orleans. Dixieland, blues, cajún o brass, mezclado con formas arrimadas a la música culta fundamental y al jazz más moderno. El resultado es magnífico y da gusto escuchar lo que hace con el piano este hombre. Si hablamos de maestros y alumnos, este es alumno de Hersch aunque aventajado por completo.
El fraseo de ambos va de lo peculiar y original a lo sorprendente. Y si las frases son contestadas por uno y, más tarde su contrario, los discursos crecen a marchas forzadas desde las primeras notas. Hablan de lo mismo aunque desde perspectivas diferentes, miran el mundo y lo interpretan a su manera creando un universo en el que ellos están e invitan a estar.
El concierto es un acierto más (uno más) del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y ha sido definitivo para que el aroma a jazz se coloque en cada rincón de la ciudad. Es un auténtico placer llegar al mes de octubre viviendo en Madrid o viajando a la ciudad en busca de buena música.
G. Ramírez