'Tenorio': Revisando el mito en el Teatro Real

by - mayo 14, 2024

 

Adriana González, interpretó el papel de Doña Inés. / Fotografía de Javier del Real

Tengo que insistir en lo fundamental, y de forma casi literal, en lo que ya dije al disfrutar de esta obra en su estreno el 28 de julio de 2017 (versión concierto). Fue en San Lorenzo de El Escorial.

Y es que la ópera contemporánea no es la que más tirón comercial presenta. Eso es una realidad incontestable. Tampoco es la que pueda encandilar a una persona que se acerque por primera vez a un teatro para enterarse de qué va la cosa. Resulta extraña para el que llega nuevo a ese territorio. Ni siquiera es demasiado accesible para los veteranos. El oído del personal está educado para unas cosas y para otras no. Al menos eso parece creer un gran número de personas.

Sin embargo, Tomás Marco defiende que la música no hay que entenderla y lo que hay que hacer es dejarse llevar por las sensaciones, que la ópera que se hace en la actualidad es un vehículo narrativo poderoso, útil y cercano. Una buena forma de entender las cosas.

La ópera de cámara ‘Tenorio’ es una obra que Marco escribió hace algunos años respondiendo al encargo del 'X Estío Musical Burgalés', un festival que se convirtió en uno de los miles de daños colaterales que provocó la última gran crisis económica. Desapareció y con él la posibilidad de estrenar la ópera.

La puesta en escena es, al menos curiosa, aunque no aporta nada a esa discusión ya antigua que trata de dilucidar dónde está la frontera que separa ficción y realidad. El escenario (una pequeña parte de él) se convierte en un set de grabación y podemos ver el vestuario, lo que tiene que ver con la producción ejecutiva, los camerinos o la sala de maquillaje. Y podemos ver la imagen -tomada por varias cámaras y en gran formato- de lo que va sucediendo en el escenario de forma simultánea. El mito del Don Juan clásico es expulsado del set al comienzo y, finalmente, unos jóvenes cargados con toda la tecnología moderna, se hacen con el espacio para rodar su propia versión del mito. Álex Serrano y Pau Palacios de Agrupación Señor Serrano, se encargaron de la dirección de escena.

Fotografía de Javier del Real

La partitura es excelente y sirve para que el libreto de Tomás Marco aparezca como una construcción de un mito que ya lo era y que se enriquece con una mirada moderna algo aséptica, pero que abre el abanico de posibilidades un poco más. Para ello mezcla textos de Zorrilla, Tirso de Molina, Da Ponte o Quevedo. Algunos textos, ni siquiera hablan de Don Juan, pero van muy bien colocados en el conjunto y funcionan. Marco tira de su vena más clásica al componer y al dejarnos ver su forma de entender ese mundo en el que se ha sostenido buena parte de nuestras artes. No se pueden poner grandes pegas a su ópera, pero no a todo el mundo le gustará. Sin serlo realmente, ‘Tenorio’ podría resultar una obra árida, exquisita en exceso y reservada para unos pocos; algo que sencillamente es falso.

La percusión en esta ópera tiene gran importancia. Los caracteres de los personajes son matizados definitivamente con esa percusión tan presente de principio a fin de la obra. El resto de la Orquesta Titular del Teatro Real de Madrid cumple a las órdenes del director musical Santiago Serrate que sigue estando muy plano (como en 2017), y no se anima a buscar arriesgando, a realizar la lectura de una obra riquísima en matices; y, así, convierte la partitura en un todo mucho más monótono de lo que es. Podría parecer que el problema es de la partitura, pero es al revés.

El coro es uno de los grandes aciertos en la composición de Tomás Marco. Como siempre ocurrió en ópera, utiliza esas voces para comentar lo que va sucediendo en el escenario. Pero no lo hace de cualquier forma. Marco logra que la obra tenga en ese coro un lugar en el que el público se instale para entender el resto. Evocador, divertido y bien diseñado.

Fotografía de Javier del Real

La soprano Adriana González, interpretó el papel de Doña Inés. En general bien destacando los tonos agudos en los que aparecen colores bien trabajados técnicamente. De dicción estuvo justita. Y este es un problema que puede provocar una falta de comprensión peligrosa y la desconexión total del público si no dispone de sobretítulos.

El tenor Juan Antonio Sanabria, narrador, estuvo bien. Un buen cantante. Y el barítono Joan Martín-Royo solventó la papeleta con aparente facilidad y no es fácil puesto que la exigencia de la partitura es grande. Además, desplegó un arco dramático muy potente que ayudó a entender lo que su personaje representa en la ópera. Por cierto, la ópera está dedicada a otro barítono, Alfredo García, y es extraño que, estando en activo, no sea el que defienda el papel más importante de la obra. Razones habrá aunque la extrañeza es la que es. Por su parte, el tenor Juan Francisco Gatell logró un resultado notable. El resto de los cantantes, incluido el coro formado por programas del programa Crescendo de la Fundación Amigos del Teatro Real, más que correctos.

Buen estreno.

G. Ramírez

You May Also Like

0 comments