Los políticos no saben lo que es la cultura

by - noviembre 10, 2024

Pablo Iglesias, siendo vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, dijo que le incomodaba enormemente que se reivindicasen las corridas de toros como algo cultural.

El diccionario dice que cultura es el ‘conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época, etc’.

Podríamos profundizar más sobre qué es la cultura y, efectivamente, comprobaríamos que se parece bastante a la definición del diccionario.

Como Pablo Iglesias, los políticos en general no saben ni lo que dicen al referirse a los toros o a la cultura. Un claro ejemplo de ello es Santiago Abascal que se pasa horas defendiendo la tauromaquia sin ton ni son, creyendo que ensalzando el pasado y las tradiciones de una nación (sean malas o perversas) se la protege, sin entender que la evolución puede significar la renuncia saludable a cosas que funcionan como lastres. Otro que no entiende casi nada.

Todos nosotros podemos afirmar, desde el convencimiento, que no nos gustan las corridas de toros, que son una salvajada, que no se puede consentir que se torture de una forma tan grosera y brutal a unos animales. Todos lo podemos decir. Incluso nos podemos sentir avergonzados porque parte de nuestras costumbres tengan que ver con la tauromaquia.

Por otra parte, todos podemos afirmar que las corridas de toros son una tradición ancestral, una forma de hacer florecer la estética de una violencia que nace del arte; podemos afirmar que el toro bravo es el animal que mejor vive sus cuatro o cinco años de existencia en la dehesa, que lo que sí es cruel es enviar a los animales a un matadero roñoso; podemos defender que la razón de ser de este animal es la lidia y que sin esa razón, el animal bravo estaría condenado a la desaparición.

Pero nadie puede decir que las corridas de toros no son parte de la cultura. Porque lo son, queridos políticos, lo son. Más o menos discutibles; más o menos deseadas, pero lo son.

Por si alguien se lo está preguntado, confieso que fui un amante absoluto de la tauromaquia. Ya no lo soy y si prohíben las corridas de toros no protestaré porque creo que hay mil razones para hacerlo. No me gustaría que así fuera, pero si la mayoría decide que las corridas desaparezcan lo entendería. Aunque sé que la cultura española quedaría malherida.

G. Ramírez

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