Jazz para los que no saben de jazz (II). El fraseo

by - febrero 18, 2024


De música no es necesario ‘entender’; lo que hay que hacer es escuchar y sentir. Eso es todo. Pero si conviene tener unas nociones mínimas para comenzar a tener un criterio propio y saber por qué gustan unas cosas y otras no. En cualquier manifestación artística se encuentran elementos objetivos que están al margen de gustos o preferencias. Y eso conviene tenerlo claro. Por supuesto, en el jazz ocurre todo esto.

Una de las cosas que diferencia la música jazz es eso que se conoce como fraseo y que tantas veces escuchamos decir a los que afirman saber y a los músicos (estos si saben).

El jazz ha evolucionado, desde sus orígenes, dando más importancia al fraseo que al sonido. Sólo los músicos del free jazz -algunos y hasta cierto punto- dieron y dan más protagonismo al sonido que al fraseo.

Los músicos de jazz son capaces de convertir una pieza de música sinfónica en auténtico jazz. Aunque toquen exactamente lo que dice la partitura. Esto es el producto de tocar en la formación sonora y en el fraseo del jazz, tal y como dice Joachim E. Berendt en su libro ‘El jazz. Su origen y desarrollo’.

¿De dónde procede ese sonido y ese fraseo? Desde luego de la música más negra, más profundamente africana. Los shouts y el swing son los elementos más marcados de esa música negra que aparece en el jazz. Si eliminamos la estructura formal y modal del jazz, encontramos el swing; si eliminamos esto aparece el blues y más allá solo encontramos la música más profunda de África. El sonido del jazz es eso y solamente eso. Y cuando hablamos de las raíces africanas del jazz lo que hacemos, en realidad, es referirnos a la obligación de tocar las líneas armónicas que esos esclavos (lo fueron y comenzaron a tocar siéndolo) interpretaban con instrumentos europeos, occidentales.

Ahora bien, eso no quiere decir que un músico blanco no pueda hacer jazz. El problema es mucho más complejo que afirmar algo así o no hacerlo. De hecho, algunos músicos blancos han tocado mejor algunos temas que los que habían compuesto los propios negros y viceversa. Un blanco o un negro tocando jazz son, simplemente, una forma u otra de entender la realidad. Y solo eso. Lo fundamental es que el jazzman crea un tono e interpreta (es decir, relata) desde las frases musicales propias de un tipo de música que representa la libertad.

Por cierto, si hay algo que añadir al asunto racial y social de la música, es que el jazz no solo representa la libertad con un instrumento en las manos. El jazz fue la gran puerta de entrada por la que hombres y mujeres de raza negra pudieron pasar al otro lado. Era inimaginable para muchos, allá por los años 20 y 30, que un negro subiera a un escenario a cantar o tocar, que gustase mucho lo que hiciera, que hubiera que pagar por verlo y que fuera necesario hacer un hueco en la sociedad a un colectivo que se abría paso a golpe de corcheas, fusas y redondas. Ser como un blanco, tener los mismos derechos, era un camino tortuoso que allanó el jazz. Hay que decirlo con claridad: el jazz es la grandeza más absoluta.

G. Ramírez

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