Breve Historia del Jazz (VI): Abran paso, por favor, llega Duke Ellington

by - marzo 19, 2024

Edward Kennedy Ellington y su orquesta.

Harlem fue uno de los lugares fundamentales para el desarrollo del jazz. Allí coexistían los negros que tenían puestas sus miras en lugares muy altos y los negros que ya mascaban una desigualdad que parecía no existir, pero perduraba aunque con otras formas. Dos modos de entender la vida enfrentadas. Y, cómo no, en el Harlem una de las formas más extraordinarias de imponer criterios era la música. El piano fue el instrumento que marcó distancias entre unos y otros. No es lo mismo tener en el salón de casa un piano con el que encontrarse con Mozart o tenerlo para que sirva de apoyo en una fiesta comunitaria (muy frecuente en Harlem por aquella época). Sin embargo, vamos a mirar ese instrumento que tanto marcaba a unos y otros como lo que es, un instrumento; la vía necesaria para que el estilo 'Harlem Stride Piano' lograse hacer saltar por lo aires a lo que quedaba del ragtime y, de paso, todo lo nuevo que quería salir adelante. Art Tatum, Thomas Fats Waller, Willie The Lion Smith o James P. Johnson, son algunos de los extraordinarios músicos que compitieron por ser el mejor intérprete de la ciudad en sesiones que se diseñaban como la única vía posible de conseguir el reinado del nuevo estilo. Algunos de los standars más famosos de la historia del jazz fueron compuestos por ellos. El piano de stride por ejemplo exigía una mano izquierda con brío para que acordes y notas de bajo de forma alterna se sumasen a las síncopas de la mano derecha.

Harlem fue uno de los centros neurálgicos en los que el jazz se desarrolló libremente, sobre todo desde finales de los años veinte. Harlem era un barrio, una especie de lugar que servía para que los afroamericanos pudieran sentirse más libres y más iguales a los blancos.

Y se comenzaba a escuchar con fuerza el boogie-woogie, todo se preparaba para la llegada de las big bands, Harlem era motivo de interés entre los blancos... Pero para entender lo que sucedió hay que centrarse en una figura única en la historia del jazz.

Edward Kennedy Ellington nació el 29 de abril de 1899. Su familia, de clase media, siempre cultivó una apariencia que no se correspondía con la realidad, y de ahí le llegó al músico esa educación exquisita, esa mesura en el discurso, esas formas aristocráticas aprendidas más de su padre (mayordomo) que heredadas. Sus progenitores tocaban el piano aunque él no mostró gran interés por la música hasta que tomó contacto con los músicos de stride. Es entonces cuando comienza a pensar en dedicarse a la música en lugar de al dibujo que era su vocación.

Edward Kennedy Ellington.

En 1923 se hace miembro de un combo de cinco hombres entre los que ya se encontraban algunos de sus famosos solistas: el saxofonista contralto Otto Hardwicke, el baterista Sonny Greer y el trompetista Arthur Whetsol. El grupo se llamó The Washingtonians. Viajan a Nueva York y fracasan. Según contaba el propio Ellington comían, cada día, un par de salchichas cortadas en cinco partes.

Pasados tres años, lo intenta de nuevo. Esta vez la fortuna se arrima al músico. Comenzó a tocar, muy pronto, en el famoso Cotton Club, un club de Harlem visitado por blancos en el que no podían entrar los negros salvo que fueran a actuar allí. Consigue grabar sus primeros discos que se convertirían en éxitos, como, por ejemplo, 'Black and Tan Fantasy', 'East St. Louis Toodle-oo' o 'Birmingham Breakdown'.

Hay que decir que Duke Ellington se sintió orgulloso de ser negro durante toda su vida. Algunas de sus canciones hacen clara referencia a ello ('Black Brown and Beige', un cuadro musical que habla del color y de la naturaleza del afroamericano; que fue negro en África, se hizo moreno durante la esclavitud y algo más claro en la actualidad). Pensaba que el negro norteamericano tenía más que ver con el blanco que con el África negra. 'Quiero hacer la música del negro norteamericano', dijo en alguna ocasión. Por ello, incluso en la época en la que la segregación era absoluta, como cuando trabajaba en el Cotton Club, no dejó de mantenerse firme en sus modales, en su forma de hacer música y, por tanto, de entender la realidad.

Billy Strayhorn y Duke Ellington (derecha).

Desde esa primera época como band-leader y hasta los años cincuenta, Ellington logró que su grupo permaneciera unido y en veinte años no hubo más de seis o siete cambios de importancia. La música era de todos los músicos, cada tema era producto de la colectividad. Él como director, Billy Strayhorn como arreglista y compositor o cualquiera de los músicos, proponían un tema. Ellington lo tocaba al piano hasta que entraba el grupo rítmico a unirse. A continuación, el saxo barítono de Harry Carney se dejaba oír mientras este improvisaba; los metales construían el movimiento de fondo y eso era suficiente para que ese tema quedase en la mente de todos como algo que solo podía escucharse de ese modo puesto que no cabía interpretación distinta. De hecho, lo que tocaba Duke Ellington y su orquesta nadie podía imitarlo. En una ocasión, Paul Whiteman y Ferde Grofé visitaron durante algunas noches el club en el que tocaban y terminaron diciendo que allí no era posible robar nada. Seguramente, por esto, algunos temas brillantes de Ellington nunca llegaron a ser éxitos de masas. 'Mood Indigo', 'Creole Love Call' o 'Solitude', perdían mucho de su esencia interpretadas por cualquier otro grupo.

G. Ramírez

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