Breve Historia del Jazz (III): Louis Armstrong lo cambia todo

by - febrero 25, 2024


Louis Armstrong nació el 4 de agosto de 1901. Aunque él siempre defendió que había nacido el 4 de julio de 1900 (una fecha muy estupenda en Norteamérica). William y Mary Albert (el músico se refería a ella como Mayann) no cuidaron del pequeño Louis. El padre terminó formando otra familia y Mayann era prostituta en Storyville, por lo que Armstrong se encontró conviviendo con varios padrastros durante su niñez.

A los siete años comenzó a trabajar vendiendo carbón a las meretrices de Storyville. Cargaba durante todo el día con una carretilla que convertía ese trabajo en un suplicio. Un buen día, vio en un escaparate una vieja trompeta que se vendía por cinco dólares. Pidió un adelanto a su jefe y la compró. En ese momento, llegaba la oportunidad a un genio de la música que cambiaría todo lo conocido del jazz. Armstrong vivió todo lo que pasaba en Nueva Orleans (prostitución, segregación, racismo absoluto, violencia, ragtime, bandas de metal), lo asimiló y viajó hasta el centro de algo que estaba allí desde algún tiempo atrás presente sin que nadie lo hubiera sabido ver. Llegó al mismo centro de la realidad y convirtió un embrión musical en puro arte.

Contaba Armstrong que el cornetista King Oliver le fascinaba, que era el único que se paraba para explicarle por qué algo no funcionaba cuando tocaba su trompeta. Oliver fue uno de esos afroamericanos que formó parte de la gran diáspora de Nueva Orleans. Se fue a Chicago y Armstrong dijo que no se movería de su ciudad salvo que Oliver le llamara. Resultó que, pasado un tiempo, recibió ese telegrama de Oliver en el que le pedía que viajara a Chicago para tocar con él. Y Louis Armstrong, a partir de entonces, comenzó a convertirse en el gran eclipse que dejaría ocultos a los músicos de ese momento y, al mismo tiempo, en la gran luz que alumbraría el nuevo jazz para que se convirtiera en un arte universal.

King Oliver

Antes de Armstrong, el grupo era lo fundamental y, por tanto, cada instrumento desempeñaba un papel muy característico y algo rígido. El contrapunto que entablaban los instrumentos principales (corneta, clarinete y trombón) era lo más característico de estas bandas. Y la mejor de ellas fue la Creole Band de King Oliver. Las melodías, de esta y de todas las demás, eran algo arcaicas y la gran revolución que se planteaba era el refinamiento del sonido del instrumento. Oliver llegó a decir que estuvo trabajando en ello durante diez años.

Armstrong viajó a Chicago. Mal vestido, con pinta de enterrador, pero con la nueva música en su vieja maleta. Otra paradoja es que se preparó como gran solista en un grupo que no permitía ninguna alharaca en ese sentido. La dependencia de los instrumentos entre sí era muy potente. Sin embargo, su fuerza era imparable y señaló con claridad el camino hacia la hegemonía del solista. Es curioso que la banda de Oliver fuera el mejor exponente de un tipo de música y, al mismo tiempo, fuera la misma imagen de su decadencia.

Joe King Oliver dejó de tocar. Incapaz de hacerlo y arruinado. Por su parte, Louis Armstrong fue adquiriendo gran fama. Eso sí, conviene detenerse con calma en la evolución de su música para entender lo que fue y el porqué del gran cambio que provocó.

Armstrong comenzó a trabajar con Fletcher Henderson. Era su primer buen trabajo. Henderson intentó robar todo el protagonismo al trompetista, pero era inevitable que haciendo música el resto de compañeros fueran dando importancia a Armstrong y modificando su forma de tocar. Por ejemplo, el músico era capaz de incluir en un solo ocho compases en los que repetía una nota con diferente duración, intensidad y colocación. Esto iba calando en los otros porque Armstrong era único en convertir los solos en algo coherente, en algo melódicamente perfecto.

Fletcher Henderson

Tras su paso por la banda de Fletcher Henderson, Armstrong tuvo que vérselas con otro músico extraordinario. Ambos tocaron juntos en la Clarence William’s Blue Five. Él era Sidney Bechet. Era el único que parecía estar a un mismo nivel que el trompetista. Tradicionalmente, los clarinetistas de Nueva Orleans habían intentado una mayor libertad y arriesgaban mucho más que el resto de músicos. De hecho, las zonas más complejas de las piezas quedaban a su cargo. Bechet trabajó duro para poder competir con Armstrong y fue el precursor del clarinete como voz solista en el jazz. Sus melodías y las coloraturas que alcanzaba fueron únicas. Su búsqueda, al igual que ya ocurriera en el caso de King Oliver, de un modo de interpretar buscando la cualidad vocal, fue muy notable. En cualquier caso, Bechet no tenía problemas para sumergirse en el grupo y adaptarse. Era mucho menos atrevido que Armstrong.

En una grabación de la época, titulada Texas Moaner Blues, podemos comprobar cómo la superioridad de Louis Armstrong era importante, pero que Bechet no se arruga y logra un solo imponente. Eso significa que era capaz aunque se reservara a menudo.

Sidney Bechet terminó viviendo en Europa. Ganando más dinero, siendo más famoso y más importante que lo fue en Estados Unidos. Como muchos músicos de jazz a lo largo de la historia. (Fin de la primera parte)

Si quieres saber sobre un excelente relato de Julio Cortázar que tiene que ver con el jazz, este es el enlace que buscas.

G. Ramírez

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